Él es la luz en mi oscuridad. Llegó a mi vida de una forma inesperada, como lluvia en un día soleado. Llegó a cambiarme la vida y cada vez que sus ojos me miran cupido sus flechas me tira.
Días en los que vivía pero nada sentía, en esos días él llegó. Su sonrisa me gusta más que el café por la mañana y su voz, más que el agua del mar en mis pies.
Su avidez del mundo conmigo conocer, el sexo conmigo disfrutar y su vida conmigo compartir vale más que millones para mi. Escuchar su nombre es música para mis oídos y escuchar mi nombre de su voz, el cielo.
Ya no creía en nada cuando, una noche fría de diciembre a mi casa él llegó, con su serio rostro, su estatura colosal y su barba rimbombante. Ipsofacto, supo entenderme y mi timidez comprender. Fue el inicio de un gran inicio y justo en ese momento vi su luz dentro de mi tanta oscuridad.
Su esencia me atrae, su inteligencia me fascina, su fuerza me maravilla y su energía me enamora. Llegó a despertar mi alma adormecida, a provocar mi sonrisa, a convertirse en mi fe.
Él llegó como ninguno, se está manteniendo en mi vida como pocos y espero que no se vaya como los demás. Confieso que tengo y tuve miedo desde antes que llegara, sin embargo, también tengo coraje y determinación para ahora y después que se quede.
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