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Foto del escritorM. Alejandra

270 días con él.

Actualizado: 16 feb 2020

Llevo varios días en casa encerrada bajo autoarresto domiciliario y, aunque salen planes, solo conmigo quiero estar. Por ahora estar conmigo y mis múltiples versiones me basta.


Después de tantas cosas, experiencias, aprendizajes, desilusiones y más, esta vez es diferente. Me reencontré con ese lado que había enviado a la tierra del olvido: La bendita soledad. Sin embargo, no venía sola, venía con Dios.


Después de mis días con él ya no me queda más que continuar. Vivo un día a la vez, pongo música a todo volumen y bailo sexy frente al espejo cual Rosalía. Escribo mucho, leo aún más, veo todas las películas y series interesantes que puedo, salto en el sofá y hago ejercicio hasta que caigo rendida. De repente me doy cuenta que sonrío de nuevo, que creo en mi otra vez, que disfruto de mi propia compañía.


Siempre creí ser una persona de relaciones, pues desde mis 16 años hasta ahora he compartido mi vida con personas maravillosas (otras no tanto) que me han llenado de muchas experiencias y enseñanzas, pero nunca había aprendido el significado de estar sola; aunque no tan sola, ahora estoy con Dios.


En este momento de mi vida soy consciente que Dios pone personas en nuestro camino porque con todos tiene un plan; por eso nunca voy a poder agradecer lo suficiente el que lo haya puesto en mi camino #YHT, porque de él conocí todo acerca de un hombre con un corazón sensible, (como pocos) y un espíritu lleno de valor, a pesar de sus pesares.


Esta vez la vida me abrió los ojos y me mostró de la manera más consciente la mejor versión de mi. Lloré, limpie mis lágrimas y de nuevo me levanté. Logre descubrir en esa oscuridad una nueva cara de la vida, más vivaz, mas fuerte. También me regalé por primera vez el reconocerme vulnerable, el estar rota pero, asimismo, el ser capaz de aceptarlo, sanarme y levantarme por mi y nadie más.


No sé cuándo volveré a compartir mi vida con alguien, no tengo afán. Es más, por primera vez en mucho tiempo siento que estoy donde tengo que estar, no busco nada. La tristeza desapareció y la desesperanza acumulada se fue convirtiendo en paz y tranquilidad; porque al final, si quieres cambiar tu vida primero tienes que cambiar tu forma de ver la vida.


Culpé tanto a #YHT que entre mi enojo no pude ver más allá y entender que todos estamos rotos, que todos tenemos un miedo escondido que no nos permite avanzar y entender que todo pasa como tiene que pasar. Hoy entiendo que no podía amarrarlo, ni obligarlo a quererme como quería que lo hiciera. Al final, solo me queda la dicha y el recuerdo de vivir 270 con él.


Tal vez no terminamos con un "felices para siempre" pero ¿que historia de amor de verdad lo hace? Todos los amores que pasan por nuestra vida son diferentes, unos se quedan y otros se van. Quizá más adelante podamos reencontrarnos y sonreírnos con el alma, como la primera vez. Tal vez cuando entendamos que el amor es esperar lo mejor para el otro sin la necesidad de poseerlo; o quizás cuando todo lo que nos dañó sane.





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